A diario nos quejamos de las cosas que suceden en nuestro entorno. Renegamos porque las personas arrojan basura en las calles, los conductores no respetan las normas viales, los peatones no cruzan las calles por las cebras demarcadas para ello, en los bancos, cines y oficinas de servicios públicos no se respetan las filas ni los turnos y un sin número de situaciones más que nos mortifican y nos hacen perder la calma. Sin embargo, la pregunta del millón es, qué hace cada uno de nosotros por evitar que esto ocurra. Cuantas veces quienes se están quejando por la falta de disciplina social se parquean en un sitio prohibido o se “cuelan” en una fila “porque están de afán”. Solamente el día que cada uno de los individuos que conforman una sociedad cambia, este cambio se verá reflejado colectivamente. Los cambios comienzan en primera persona. No podemos esperar que el mandatario de turno, el nuevo gerente o el nuevo año empiece para que los cambios se produzcan. Nadie cambia a nadie solo uno se puede cambiar a sí mismo, así se reciba influencia de otros, la disciplina social empieza por Usted Mismo.
Lo primero que necesita una ciudad es disciplina social, que despeje el camino de la convivencia, la productividad y la competitividad. La disciplina es la gran fuerza reguladora de la sociedad. Se define como el acatamiento cotidiano al conjunto de reglas para mantener el orden y la subordinación a las normas (legales y morales) entre los miembros de un grupo social.
Como virtud, la disciplina es individual. Pero siempre tiene una proyección en lo colectivo. Es la adhesión a normas que garanticen la convivencia. Es decir el respeto de la ley. En éste proceso cada ciudadano tendría que cuestionar su pensar, sentir y actuar frente a factores como:
• El sentido de orgullo y pertenencia de ciudadano: Esto es el nivel de orgullo que tiene por la ciudad.
• La confianza en las instituciones administrativas, políticas y sociales.
•El Buen comportamiento cívico: Que podría resumirse en acatamiento de reglas y normas de tránsito, responsabilidad en el pago de impuestos, cuidado de los espacios públicos, Respeto de las normas básicas de convivencia, solidaridad con los demás cuando requieren ayuda, respeto de las normas ambientales, cuidado de los bienes públicos, comportamiento como conductor o peatón y el respeto a la vida.
• Mayor disposición hacia lo público: Para esto una ciudad requiere de ciudadanos e instituciones atentos a los asuntos públicos y activos en la búsqueda de soluciones; interés de las instituciones privadas por hacer propuestas, debatir, actuar en el desarrollo de la ciudad, y velar por un mejor desempeño de las instituciones públicas y organizaciones que aporten a la sostenibilidad del espacio público.
En resumen, el desarrollo del capital social de una ciudad se debe sobre todo a las transformaciones inducidas y estimuladas a nivel de la cultura ciudadana. Las transformaciones más significativas en los valores y comportamientos, se centran en los ciudadanos, como individuos.
Está comprobado que la cultura presente en una sociedad puede estimular u obstaculizar el desarrollo del tejido social, y condicionar las posibilidades de desarrollo. Si los valores dominantes se concentran en el individualismo, la indiferencia frente al destino del otro, la falta de responsabilidad colectiva, el desinterés por el bienestar general, la búsqueda como valor central del enriquecimiento personal, el consumismo, y otros semejantes, puede esperarse que estas conductas debiliten seriamente el tejido social y conduzcan a todo orden de impactos negativos. Los valores de que es portadora una sociedad inciden fuertemente sobre los esfuerzos de desarrollo; el desconocimiento o destrucción de estos valores puede crear serios obstáculos al desarrollo. Y esa es precisamente la realidad que estamos viviendo.
La disciplina social que requerimos no depende de campañas publicitarias de alto costo y corta duración, porque no será una moda ni podrá ser utilizada como una estrategia de imagen. Es lógico, pues, que la disciplina social no puede venderse como un shampoo o una bebida energizante, porque sus efectos no pueden ser ni superficiales ni temporales. La disciplina social tampoco se puede inyectar para que tenga efectos inmediatos. Hay que construirla paso a paso, día a día, con todos aquellos que nos rodean, de manera práctica y eficaz. Para ello, Usted, Yo y cada uno de los miembros de la comunidad debemos ser un ejemplo viviente de esa disciplina social que queremos que sea nuestra cultura ciudadana.
La disciplina social no es para usarla a ratos. Hay que practicarla en el barrio, en el tránsito, en las filas, en los ascensores, en el colegio, la universidad y el trabajo. Un programa de disciplina social es de bajo costo y se transmite con el ejemplo. Su alcance es progresivo. Mientras más se use, más se tiene y más se expande. La disciplina tiene relación con la educación, con el civismo, con la urbanidad, con la responsabilidad social, con el respeto a los demás, con el cumplimiento exacto de las normas, con el uso del lenguaje apropiado, con no molestar a los otros con los teléfonos celulares que suenan a toda hora, con la puntualidad, con comer y fumar en los sitios indicados para ello, con el cuidado del medio ambiente, con la prevención, con la solidaridad y con el cuidado de sí mismo. La disciplina social, es la fórmula mágica de la convivencia ciudadana.
A partir de hoy propóngase así mismo:
No colarse, ceder el paso, detenerse en un alto, usar el puente peatonal y cruzar solo por las cebras peatonales, no hacer cruces prohibidos ni parquearse en lugares que obstaculicen el tránsito, nunca manejar si ha consumido licor, jamás usar un sitio de parqueo exclusivo para discapacidad ni utilizar un baño para discapacidad si no la tiene, no arrojar basura ni desperdicios en la calle, reciclar. Hacer el trabajo que le corresponde de manera alegre, honesta y responsable, pagar los impuestos, ahorrar agua y energía, ser solidario y tolerante.
Nuestra ciudad sería mucho mejor y más vivible si TODOS (incluido UD.) pusiéramos en práctica estos elementos, porque muchos de los conflictos y problemas que afrontamos se generan por falta de disciplina social.
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