Dra. Gladys González de Bothe
Psicóloga Clínica
Teniendo en cuenta el riesgo de la adicción a los videojuegos en niños y la preocupación de los padres por conocer e informarse sobre estos aspectos, es importante que tengan una guía que les ayude al uso responsable de dichos dispositivos, pues se ha llegado a un punto en que la situación con respecto la “ocupación del tiempo libre” de los menores, se ha vuelto crítica.
Las nuevas tecnologías llegan para quedarse y tenemos la suerte que nos facilitan muchos aspectos de nuestro día a día, siempre y cuando hagamos un buen uso de ellas. En este sentido, los expertos advierten que es necesario distinguir entre un uso irresponsable de la tecnología y una ‘adicción comportamental’, que llegue a involucrar los mismos parámetros de las adicciones a sustancias psicoactivas, esto es: “necesidad cada vez mayor de consumo para obtener la satisfacción, agresividad en abstinencia, alteración de los hábitos de sueño y alimentación, aislamiento y pérdida de vida familiar, profesional y educativa”.
Desde esta perspectiva, los síntomas que podrían ser considerados indicativos de posibles problemas de adicción son: el alivio que genera el uso de determinados dispositivos tecnológicos, malestar si no pueden utilizarse, fracaso en el intento de control de uso, dificultad para desconectarse y mayor dedicación del tiempo previsto. Los más recientes estudios científicos al respecto, han constatado que el uso de videojuegos hace que el cerebro libere dopamina, una de las ‘hormonas del placer’, que estimula el sistema de recompensa del cerebro. De hecho, el doctor Peter Whybrow, Director del Departamento de Neurociencia de la Universidad de California, definió en una de sus últimas publicaciones a los dispositivos de pantalla como ‘cocaína electrónica’. A su vez, un estudio de la Universidad de Michigan, publicado en la American Psychological Association, destaca que es más importante el saber cómo emplean los menores los dispositivos como los smartphones o las tabletas, que el tiempo que pasan frente a ellos.
Esto es determinante a la hora de establecer los problemas emocionales y sociales relacionados con su uso. Para tener claridad pobre si el niño es o no adicto a los videojuegos u otra tecnología valdría la pena revisar la presencia o ausencia de las siguientes conductas: no tiene control; para el niño es muy difícil parar de usar los dispositivos; ha perdido el interés por todo lo demás y el niño sólo se siente motivado por las nuevas tecnologías; el pequeño sólo piensa en sus dispositivos y en qué hacer con ellos; su comportamiento interfiere con las relaciones de familia, las relaciones entre los miembros de la familia y él se vuelven difíciles cuando se le prohíbe su uso, no usar su tableta, computador o celular le provoca frustración, pasa cada vez más tiempo delante de una pantalla, miente para usar los dispositivos y cuando tiene un mal día, los dispositivos parecen ser lo único que le ayuda a sentirse mejor.
El problema principal no está en identificar si el niño presenta las conductas anteriormente descritas, sino saber qué hacer e implementar correctivos adecuados para extinguirlas. Para empezar, pregúntese si conoce a lo que juegan sus hijos. No tenga miedo por no saber suficiente. Simplemente interésese. Basta con consultar la carátula para ver la calificación por edades, comprobar el código PEGI o preguntarle a sus hijos e incluso a otros padres.
Los videojuegos aparecen todos en Youtube y están diseñados para ser sencillos e intuitivos. Sea exigente con los tiempos para jugar. Su hijo disfrutará más con el videojuego si se le dosifica, así que enséñele a alternar el juego con otras actividades. Acuerde con él, el tiempo de estudio, el tiempo de videojuegos y el tiempo de ocio no digital. Todo debe tener su espacio, en el futuro, él se lo agradecerá.
Proponga alternativas. No sólo de videojuegos puede vivir su hijo. En caso de que empieces a notar un exceso de dedicación a los videojuegos o al tiempo online tenga siempre preparadas alternativas de su gusto. Las mejores son las que permiten ser creativo o que favorezcan las relaciones personales, o las actividades al aire libre. Interésese por las alternativas que le gusten y poténcielas. Minimice el uso de pantallas. Si su hijo tiene celular, portátil, computador de mesa, consola, tableta y televisor, será difícil que no esté a todas horas mirando una pantalla o jugando videojuegos. Solo con un celular se tiene acceso a miles de juegos que puede llevarse a donde va. negocie el uso de pantallas dentro y fuera de la casa.
Ponga atención al gasto económico. Los videojuegos son caros, y pocos de ellos son cien por ciento gratuitos. El sistema de micropagos de los videojuegos para móviles o los videojuegos “free to play” convierten a un móvil o una consola en una potencial máquina tragamonedas. Suena un poco alarmante, pero revise las compras online de su tarjeta de crédito. El concepto de “jugar demasiado” o el uso de videojuegos poco adecuados para la edad pueden ser temas difíciles de abordar. En vez de pelear, dele su opinión sobre los contenidos de dudosa moralidad o sobre si cree que juega demasiado. Un juego violento puede darle una oportunidad inapreciable de hablar con su hijo sobre la violencia, las drogas o cualquier conducta peligrosa o inapropiada.
Preocúpese, pero no en exceso. Por mucho que su hijo juegue videojuegos no va a enfermar o necesitar tratamiento clínico por tecnoadicción, siempre y cuando haga algo más en su vida que sólo jugar videojuegos, como ir al colegio, hacer deporte o salir con los amigos. Preocuparse en exceso sólo le hará crear tensiones innecesarias en la casa. Recuerde que sólo son juegos.
Las conductas o situaciones dentro de un videojuego no son imitables en la vida real. Si respeta la calificación por edades y unos mínimos obvios de sentido común, no debe temer por la salud emocional o mental de su hijo. Si descubre que su hijo hace un uso excesivo de las nuevas tecnologías, recuerde siempre: Gestionar de manera adecuada el tiempo, tanto de conexión como de otras actividades .Respetar los horarios (sobre todo de sueño y descanso). No utilizar los dispositivos mientras están realizando las tareas escolares (nada de redes sociales ni de WhatsApp en este tiempo) y finalmente, fomentar las relaciones sociales ‘cara a cara’ más allá del mundo virtual.
Lo más importante: «Educar con el ejemplo. Si quiere que sus hijos aprendan, debe trabajar en usted mismo y ser coherente entre o que pide a los hijos que hagan y lo que está haciendo. ¿Quiere que se desconecte de tantos dispositivos electrónicos? Desconéctese usted también!».
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