Nació en Bogotá, pero fue Ibagué la ciudad que lo vio crecer. Al cumplir su primer año de edad, su familia empacó maletas y se trasladaron a la capital tolimense, más precisamente al barrio Villa Teresa, en el que compartió momentos de infancia que recuerda con mucho agrado al lado de su hermana Marcela y varios amigos.
Su formación académica fue algo así como una ruta de bus que lo llevó por varias estaciones: estudió hasta segundo de primaria en el Nuevo Liceo, para luego pasar al San Luis Gonzaga, donde terminó la primaria. Su padre, egresado del colegio San Simón quiso que su hijo siguiera sus pasos, aunque el paso por esa ruta le duró poco, pues allí no alcanzó si quiera a terminar primero de bachiller y tuvo que volver al San Luis Gonzaga, donde cursó hasta tercer grado. Tampoco fue mucho lo que duró allí, y el último recurso de sus padres “antes de darlo en adopción al circo de los Hermanos Gasca”, dice él, fue aventurar su travesía estudiantil en el Colegio Tolimense, donde finalmente logró graduarse como bachiller.
Estudió publicidad en Manizales y de allí salió graduado con mención honorífica; regreso a Ibagué, donde trabajó en el periódico “El Nuevo Día”, para luego aceptar una oferta de Caracol Televisión en Bogotá y trabajar en distintas empresas de publicidad hasta 1999, año en el que partió rumbo a los Estados Unidos y donde reside desde entonces, trabajando también en importantes compañías de este país, creando una gran cantidad de anuncios que, como sus libros, han recibido varios reconocimientos a lo largo del continente americano.
“En el día hace comerciales de televisión y en la noche escribe novelas”, y así logra mezclar sus dos pasiones en una vida laboral en la cual se ha atrevido a explorar y expresar sus mayores deseos, impulsados por un rico paladar literario que desde pequeño ha forjado mediante la lectura de libros de autores tan sublimes como Homero, Cervantes, Wilde, Alan Poe y García Márquez, siendo este último una gran influencia para sus obras con su famoso y maravilloso realismo mágico.
Reconoce que su pasión por las letras comenzó gracias a sus padres, fervientes lectores y devoradores, -en el buen sentido de la palabra-, de cuanto libro tengan en frente. Para Hans, ellos son el bastión de su vida: sus enseñanzas y valores que le inculcaron desde pequeño lo definen hoy como persona y son ellos dos, junto a su hermana y sus sobrinos, la razón más fuerte para “bajar a la tierrita al menos una vez al año para pasar tiempo en familia”, afirma.
A este ibaguereño las letras lo atraparon desde pequeño en una realidad que, más allá de lo mágica que pudiera ser, lo impulsaron hacia un mundo de creatividad en el que ha logrado, tanto como publicista como escritor, destacarse y dejar grandes resultados y obras que se consumen tal como él lo hacía con aquellos libros que leía cuando era pequeño.
Dos libros, dos obras exitosas
Su debut como escritor fue en el año 2017 con la novela Con la muerte no se juega, una historia al mejor estilo de Gabo y con una cuota de realismo mágico que pone en el meollo del problema a la muerte y la fotografía, como ejes centrales de una historia llena de humor negro, personajes que parecieran salidos de Macondo y con el misticismo de la muerte a flor de piel, situados en un lugar y una fecha de gran prominencia en la historia de Colombia: Bogotá, 9 de abril de 1948.
Este libro ha recibido importantes críticas y ha sido merecedor de premios que exaltan la gran labor de Hans como escritor: Mejor Novela de ficción en el International Latino Book Awards en Los Ángeles y ganadora del Excellence Award en el Stroud Arts Book Festival En Nueva Orleands.
Para 2022, las ganas de explorar en campos distintos lo llevaron a sumergirse en el mundo de la literatura erótica, dejando como resultado el libro “12 relatos impuros”, una docena de historias cortas que exploran la sexualidad desde diferentes ángulos, en todas y cada una de sus formas: “desde la simple búsqueda del placer hasta el interminable conflicto con los más oscuros deseos de la mente humana.
Cada uno de estos 12 relatos acontece en una ciudad diferente del mundo, que a la vez «se convierte en un protagonista incidental de la historia, trayendo consigo sus propios matices, secretos y perversiones.
¿Qué tan tolimense se siente?
“Cómo siempre digo: ¡Yo soy tolimense hasta el hueso!. Siempre llevo a Ibagué en mi corazón y en lo posible trato de ser un buen embajador de mi ciudad donde quiera que esté. Aún conservo amigos entrañables con quienes mantengo en contacto. También disfruto mucho cuando voy de visita, ya que aprovecho para verme con mis amigos de infancia y adolescencia. Suena increíble pero aún conservo compañeras de la preparatoria, tiempo en el que teníamos 4 o 5 años a lo sumo.
De hecho, el año pasado lancé mi segunda novela en la Biblioteca Darío Echandía, y logré congregar un enorme grupo de amigos y amigas de diferentes etapas “no del Jordán”, sino de mi vida en Ibagué. Siempre seré un Ibaguereño de pura cepa”.
¿Qué recuerda de esta tierra?
“¡Todo!. Es que yo nunca me desconecté de Ibagué. Siempre he mantenido un vínculo con esta ciudad de una u otra manera. Así que los recuerdos están intactos, porque aún me rodeo de las personas que me ayudan a mantenerlos frescos en mi memoria. Desde Nelson Socha hasta Cacuto, pasando por Alisson Galindo y el profe Beethoven Triana del Tolimense.
Aquí me puedo quedar nombrando a cuanto amigo y amiga, que de alguna forma me mantienen actualizado con el devenir de mi pueblo. Hasta sigo los partidos del Tolimita, con eso les digo todo”.
0 comentarios