Hablar con el Maestro Héctor Sánchez, es un total deleite ya que es de esos intelectuales que no miran la labor de escribir como un trabajo sino como un estilo de vida. Sus palabras son medidas y su voz, tranquilizadora, por lo que quizás ha logrado extender su obra literaria por México, Argentina, Chile, España y Colombia, países en los que ha residido por largo tiempo.
Escritor de vocación y convicción, este tolimense nacido en el Guamo, ganó el premio Esso con su novela “Las causas supremas” en 1969. También fue finalista del premio Rómulo Gallego en 1987, con su obra “Entre ruinas” y en 1984, su libro “Sin nada entre las manos” es llevado a la televisión colombiana bajo el nombre de ‘El Faraón’. Entre sus publicaciones reposan “Cada viga en su ojo”, “Las maniobras”, “La orilla ausente”, “Los desheredados”, “Sin nada entre las manos”, “Se acabó la casa”, “El tejemaneje”, “Entre ruinas”, “El héroe de la familia” y “Las noches en casa de María Antonia”, entre otras. Aunque el Grupo Editorial Sial Pigmalión de España, publicó esta última el año pasado, es con su novela “Herejías de la memoria” con la cual representará a Colombia en la Feria Internacional del Libro de España, en Junio de este año.
Aunque “Herejías de la memoria” viene siendo la quinta novela que ha publicado en otro país (lo que el mismo considera irónico), el Maestro Sánchez habla con modesta cautela sobre el éxito que su libro ha tenido en el país vasco “Me dicen que le ha ido bien y esto para mí es muy gratificante porque soy muy introvertido el tema de la publicidad; no sé hacerla y me rijo bajo un simple concepto: uno hace el libro y ya está, no tiene por qué andar buscando quien le ayude a promocionarlo, porque el escrito vale por lo que tiene y por lo que es, y si uno pierde, pues hace otro. Considero que soy un escritor en extinción, porque no apelo a ningún artilugio ni estrategias publicitarias, más que mis conferencias y mis propios libros. Entonces ir a España, para mí es reencontrarme, porque viví mucho tiempo allí, sobre todo en Barcelona. Desde luego, conseguir una publicación en un país extranjero tiene su valor, porque no es fácil”, añade.
Cuando se le pregunta por el momento en que decidió escribir, sonríe y asegura que es un proceso muy lento, porque nadie mira a un escritor que ya está hecho y dice “yo quiero ser como él”, porque eso es imposible. Sánchez opina que cuando se lee un buen libro y se fascina con lo que dice, el lector piensa “que bonito sería poder hacer eso”, y lo intenta; de ahí, es cuestión de tiempo ir alcanzando una plenitud, donde más o menos los libros hechos mejoran su calidad y se “dejan leer”. El escritor tolimense considera que es en ese proceso, donde se va encontrando la esencia misma y donde uno se encuentra como autor. “Siempre he sido muy obsesivo en cómo hacer mi libro y esforzarme; en un principio no fue fácil, porque yo me enredaba. Pero ahora, siento por los comentarios que hace la gente, que encuentran muy fácil y agradable de lectura la calidad de lo que escribo y creo que he conseguido una musicalidad y armonía en mi comunicación; esa comunicación vitalista y romántica que uno tiene de la vida, se puede compartir, de manera que es progresivo. Finalmente, llegará un momento en el que te das cuenta que ya no sirves para otra cosa que no sea escribir, por qué sencillamente ya uno no encaja; te das cuenta que es el libro, y la escritura lo que te domina y lo que te dé la razón de vivir”, declara sonriendo.
Este genio literario cuenta también que en este medio, con el tiempo se consigue ir lidiando con los problemas cotidianos de la vida y seguir adelante sin renunciar, eso sí, con austeridad y disciplina, 2 cosas fundamentales para la labor de escribir. “También es necesaria mucha lectura, porque el escritor no se hace solo escribiendo, hay que leer para aprender a conocer nuestro idioma; hay 83,000 palabras en el castellano y habitualmente las personas utilizan 300, máximo 1,000. En un idioma tan grande hay que aprender más palabras para agregarlas y no permitir que el lenguaje muera por falta de ánimo y de interés; cuando muere un idioma, muere una forma de ver el mundo”, afirma Sánchez.
¿Cómo combate el bloqueo de escritor?
“Es muy difícil, porque toda la vida el pensamiento ha tenido que luchar contra las tinieblas, ha tenido que sobreponerse a la edad media, es decir, siempre la conducta del intelectual ha sido la lucha para liberar al mundo de las cosas que lo obseden, que lo superan, entonces eso no se puede erradicar fácilmente, porque es un largo proceso. Lo único que hace la literatura es ser un soporte intelectual para evitar que la horda del desconocimiento pase por encima y arrase con todo”.
¿Cómo hacer que los jóvenes escriban?
“Otro problema grave, porque el Internet aprisionó al ser humano y se ha convertido en una adicción, ya no es un soporte ni una ayuda, sino que ha sometido al hombre a una nueva esclavitud digital; algo frío, distante, que se quiere hacer pasar por tu cerebro, pero que no lo es, ya que replicas y repites las ideas de una máquina y cuando no se procesa interiormente, el pensamiento se convierte en una exterioridad nula. No me gusta la gente que habla sin saber, porque es cuando más errores se cometen; creo que los jóvenes deben tener soportes propios de su conocimiento, para así poder sentar las bases de un cerebro ávido por crear y producir, y no sólo por captar información”.
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