La arquitectura, disciplina que a lo largo de la historia se ha transformado de manera tan versátil, lleva desde algún tiempo avanzando de la mano de la ciencia y la innovación para tender una mano amiga al medio ambiente y frenar la marcha indiscriminada del progreso a cualquier precio. Cada día son más los proyectos estructurales que buscan la armonía con los ecosistemas y el ahorro de recursos mediante la optimización de los sistemas.
Pese a que los edificios inteligentes emergieron como una solución a la crisis energética mundial presentada durante los años 60, ésta motivó tanto a arquitectos como ingenieros a seguir creando nuevas ideas de edificios con un control automatizado de sus sistemas, que permitiera además de ahorrar energía, una estructura en sincronía con el ecosistema circundante; de esta manera, surgieron las edificaciones pioneras en el uso de paneles solares y sistemas eólicos que minimizaron el consumo de energía.
Hoy día, el concepto de edificio inteligente se ha transformado, pudiéndose definir un ‘edificio inteligente’ como aquella estructura que desde su bosquejo inicial incluye la automatización de sus sistemas, al igual que el cuidado del hábitat donde se edificará, y por supuesto, el ahorro de energía en su operación. Esta automatización permite estimular las labores diarias con instalaciones apropiadas y eficaces, proporcionar una adecuada administración y mantenimiento todo el tiempo y asistir la operación de todo el edificio con programas inter relacionados de todos sus sistemas.
¿Qué es la inmótica?
Ofrece prácticamente las mismas prestaciones que el sistema domótico; sin embargo, muchos sustentan que es mejor nombrar esta idea inmótica, es decir, la aplicación de sistemas informáticos y nuevas tecnologías a grandes construcciones. Pese a que es el mismo abanico de sistemas que en una vivienda, su acción es mucho más amplia y compleja, comenzando por sensores para cada aspecto, acceso a todo el sistema de manera descentralizada (es decir desde cualquier terminal), acceso remoto al mismo, configuraciones predeterminadas por horarios de funcionamiento de ciertos dispositivos, alarmas silenciosas y eficacia en el uso de la energía eléctrica.
¿Cómo medir la inteligencia de su edificio?
Los niveles de inteligencia de un complejo estructural se determinan de manera directamente proporcional a la automatización de sus instalaciones:
Nivel 1
Inteligencia básica: Es aquél donde existe un sistema de automatización de la actividad y de los servicios de telecomunicaciones; no obstante, estos no se encuentran integrados.
Nivel 2
Inteligencia media: Es el edificio que cuenta con un sistema de automatización totalmente integrado, aunque sin una integración compleja para las telecomunicaciones.
Nivel 3
Inteligencia total: Este caso se da cuando los sistemas de automatización del edificio, la actividad y las telecomunicaciones, se encuentran totalmente integrados en una sola matriz.
Aun así, la automatización es solo uno de los aspectos que hacen de un edificio “inteligente” hoy en día; con las continuas investigaciones para reducir el impacto ambiental en las grandes ciudades, el ahorro de energía y la reforestación, se han convertido en puntos clave para los nuevos proyectos.
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