Dra. Gladys González De Bothe, Psicóloga Clínica
Hay días que nos sentimos abatidos o tristes por alguna razón. Se trata de una respuesta natural ante el dolor o una situación negativa. De hecho, encontrarse mal después de haber perdido a una persona querida, haber roto una relación de pareja o haber sufrido un descalabro económico, es perfectamente comprensible.
Algunas veces estamos tristes y no nos ha ocurrido nada malo y otras estamos felices y no nos hemos ganado la lotería. Así somos los seres humanos, como una montaña rusa; por eso, la tarea es tratar de mantenerse en la media, gozándonos los momentos de felicidad y buscando la manera de ganarle la batalla a los de tristeza. Esto no siempre es fácil, pues en algunos casos no es solo un sentimiento de tristeza lo que nos acongoja sino una condición bioquímica y metabólica, más que psicológica, la que nos puede estar afectando. Antes de encontrar las herramientas para ganarle la batalla a la depresión, es importante identificar su sintomatología.
Se estima que aproximadamente el 3% de las personas sufre depresión, lo cual indica que en el mundo existen unos 350 millones de personas que padecen este trastorno. La tristeza no es un estado patológico, es una respuesta emocional normal que tiene su origen en una pérdida y nos indica que necesitamos ayuda. Sin embargo, cuando esa tristeza no se mitiga con el paso del tiempo sino que se mantiene o incluso se intensifica, es probable que estemos hablando de depresión. La buena noticia es que salir de la depresión es posible, solo hay que pedir ayuda.
La persona con depresión tiende a aislarse de los demás, ya que no encuentra placer en las relaciones sociales, y se vuelve incapaz de afrontar su día a día. Con el tiempo, comienza a pensar negativamente sobre sí misma, sobre el mundo y sobre su futuro. La persona deprimida no encuentra la motivación que necesita para actuar, por lo que se encierra en un círculo vicioso de inactividad que perpetúa el estado de ánimo depresivo. Además, sufre una serie de distorsiones cognitivas que le hacen ver el mundo bajo un prisma negativo, hasta que llega un punto en el cual no logra diferenciar entre su pensamiento y la sensación que este le genera. De esta forma, no es consciente de que cada vez que confirma los pensamientos automáticos negativos, perpetúa ese estado. De hecho, a menudo la persona deprimida no puede ni siquiera indicar la causa de su tristeza porque, aunque ésta haya comenzado a raíz de un hecho negativo, termina instaurándose como una forma de respuesta habitual ante todas las circunstancias de la vida.
La depresión mayor, es un trastorno emocional mantenido en el tiempo que se manifiesta a través de diferentes síntomas que afectan el desempeño de la persona en distintos niveles: emocional, conductual, cognitivo y somático. Los síntomas más comunes son:
- Emocional: tristeza, ansiedad, sensación de vacío, pesimismo, desesperanza, sentimientos de culpa, inutilidad e impotencia.
- Conductual: irritabilidad, inquietud y agitación o movimientos lentos, llanto, aumento de la latencia de respuesta, volumen de voz bajo o incluso mutismo.
- Cognitivo: dificultades para concentrarse, problemas de memoria, lentitud de pensamiento, dificultad para tomar decisiones e ideas suicidas.
- Somáticos: fatiga, falta de energía, insomnio o hipersomnio, dolor de cabeza, cambios en el apetito, problemas digestivos, malestar persistente, pérdida del deseo sexual.
También es habitual que aparezca la astenia. De hecho, la persona deprimida suele referir que incluso las tareas más sencillas, como levantarse de la cama, lavarse y vestirse, pueden ser muy agotadoras y siente que necesita hacer un gran esfuerzo para llevarlas a cabo. Poco a poco también va perdiendo el interés por las cosas que antes disfrutaba (anhedonia) y abandona sus aficiones, pues ya no encuentra placer en ellas.
La depresión es el resultado de una combinación de factores genéticos, bioquímicos y psicológicos. Se ha podido apreciar que algunas zonas del cerebro de la persona deprimida funcionan de manera diferente, sobre todo las áreas responsables de la regulación del estado de ánimo y el pensamiento. De hecho, se conoce que los niveles de algunos neurotransmisores, como la norepinefrina, la serotonina y la dopamina, son especialmente bajos en las personas que sufren depresión.
En otros casos, las circunstancias de vida de la persona, como la muerte de un ser querido o un cambio radical en su vida, son el factor que desencadena la depresión, en estos casos sería más propio hablar de un trastorno adaptativo con estado de ánimo depresivo. Independientemente de la etiología, lo importante es encontrar el camino para salir de ella.
Es muy común que, con la mejor intención del mundo, se le diga a la persona deprimida frases hechas como: “anímate, haz un esfuerzo”, “estás así porque tú quieres”, o “no tienes motivos para estar así”. Sin embargo, este tipo mensajes hacen que la persona que pasa por una depresión se sienta incomprendida y, desde luego, no le ayudan a sentirse mejor. De hecho, no es conveniente minimizar su estado, ni reducir la depresión a un mero problema de falta de voluntad.
Por eso, el primer paso para superar la depresión consiste en informarse, saber a qué nos estamos enfrentando en realidad. En segundo lugar, es importante adoptar hábitos de vida más saludables. Por ejemplo, se ha demostrado que tan solo 35 minutos de ejercicios aeróbicos durante 3 días a la semana, puede aliviar considerablemente los síntomas de la depresión. También es importante trabajar en las creencias y pensamientos que alimentan este trastorno.
¡¡¡GÁNELE LA BATALLA A LA DEPRESIÓN!!!
- Haga todo tipo de cosas que antes le generaban ilusión.
- Busque el lado positivo que todas las cosas tienen. Tenga pensamientos positivos sobre usted y sobre lo que lo rodea. Magnifique lo que tiene y lo que es.
- Acéptese como es. Cuanto más quiera cambiarse, más se criticará y más disminuirá la autoestima.
- Desarrolle su asertividad y mejore las relaciones personales en su entorno, con mayor capacidad para defender sus derechos e intereses personales.
- Viva sus emociones y desarrolle su inteligencia emocional.
- Afronte las situaciones y actividades desagradables pendientes.
- Establezca objetivos en su vida. Haga una lista y empiece a caminar hacia ellos.
- Dedique un tiempo al día a relajarse, con actividades como respirar profundamente o practicar relajación. Deje en silencio su mente, no le dé más vueltas a sus pensamientos
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