Por Gladys G. de Bothe
Psicóloga Clínica
Muchas cosas hemos perdido, muchas otras hemos ganado y muchas más hemos aprendido durante el duro reto del 2.020… En una guerra todos sufren, y este año nos ha tocado librar una batalla contra el Covid-19 que nunca imaginamos tener que experimentar, en la que algunos lo han perdido todo y otros hemos sobrevivido con la esperanza y la fé de que todo pueda ser mejor, procurando en todo momento reinventarnos para llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos. Es momento de agradecer lo que tenemos y de valorar en la justa medida lo que realmente es importante en la vida, como el amor de la familia y de los amigos, la salud y las cosas simples de la existencia.
El obligatorio distanciamiento social ha impactado de manera importante la socialización de niños, adolescentes y adultos. El hecho que el ser humano sea sociable por naturaleza, explica por qué estemos tan afectados al no poder compartir espacios laborales, académicos o recreativos como siempre lo hacíamos. La virtualidad ha sido un recurso maravilloso, pero definitivamente insuficiente, pues no somos máquinas, necesitamos del contacto físico y presencial para sentirnos amados, escuchados y comprendidos.
Eso de saludarnos “dándonos el codo” es absolutamente impersonal. Decir un “Hola” a distancia y detrás de un “tapabocas” y una “careta”, que no permite acompañar el saludo con una sonrisa ni una expresión facial, nos impide hasta reconocer a la persona que nos saluda, así nos haya tocado aprender a sonreír con los ojos.
Definitivamente no hay como los abrazos para expresar afecto en todos los niveles. Los abrazos son terapéuticos, los abrazos logran que nos sintamos amados y valorados; los abrazos calman, arrullan, acompañan y son la más poderosa herramienta para decirle a alguien que nos importa. Puede que un abrazo no tenga la solución al problema que nos ocurre, que ni aleje o haga desaparecer lo que nos rodea, pero su magia recompone nuestras heridas, alivia nuestro sufrimiento y nos transmite que más allá de lo ocurrido, hay alguien que nos quiere y se preocupa por nosotros.
Abrazar es acariciar el alma de la otra persona y proporcionarle un refugio entre nuestros brazos. Un gesto pequeño pero repleto de sentimientos que cura y recompone a nivel emocional. Abrazar es hablar el lenguaje del corazón. El abrazo es un excelente medio de comunicación que no necesita ser hablado ni expresado a través de las palabras. Los abrazos son momentos repletos de felicidad capaces de emocionar hasta al corazón más duro porque tienen el poder de traspasar corazas. Cada abrazo alberga diferentes intenciones pero siempre lleva consigo el establecimiento de un lenguaje simbólico entre la persona que lo da y la que lo recibe. Un mensaje que todo el mundo percibe pero que solo ellos entienden: el lenguaje secreto del afecto.
El contacto físico expresado a través de los abrazos es necesario para nuestro bienestar tanto individual como social. Un buen abrazo sincero en el momento oportuno es una gran muestra de amor y apoyo, y puede ayudarnos mucho más de lo que imaginamos, incrementando nuestra felicidad al sentirnos queridos, comprendidos, acompañados pues alivia las penas provocando una sensación de refugio y de paz en nuestro interior.
Es importante que este simple gesto esté presente en la vida de nuestros niños. Les ayudará a sentirse seguros, protegidos y queridos; podrán conocer y aprender los beneficios emocionales del abrazo. Aprenderán a sentirse cómodos con el contacto físico, y a expresar y recibir el cariño de esta manera.
Beneficios que nos ofrecen los abrazos:
- Alivia el estrés y la ansiedad. La producción de serotonina junto con el descenso de cortisol (hormona que favorece el estrés), supone también una reducción en los sentimientos de enfado, estrés, ansiedad o angustia.
- Libera la tensión del cuerpo al equilibrar y activar nuestro sistema nervioso.
- Mejora el sistema inmune: Al recibir o dar un abrazo nuestro sistema inmunológico se activa y aumenta la creación de glóbulos blancos.
- Relaja los músculos: al ser la oxitocina antiinflamatoria cuando abrazamos nuestros músculos se relajan.
- Reduce el riesgo de padecer demencia.
- Rejuvenece el cuerpo: Cuando damos un abrazo, estimulamos el proceso de transporte del oxígeno a los tejidos. Gracias a esto, prolongamos la vida de las células, evitando que envejezcamos. ¡Así que abracemos mucho para estar más jóvenes!
- Aumenta nuestra seguridad y confianza: la generación de oxitocina produce un aumento de confianza y reducción del miedo social.
- Es uno de los mejores consuelos para recuperarnos de un estado de tristeza, bloqueo físico o emocional.
- Cuando no sabemos cómo expresar con palabras, un abrazo puede ser la mejor expresión emocional.
- Facilitando el sentimiento de empatía.
- En situaciones de soledad, un abrazo nos hace sentir acompañados.
- Generan un sentimiento de agradecimiento.
- Incrementa la autoestima.
- Estimula la oxitocina, provocándonos alegría.
- Libera dopamina, hormona de la motivación y el buen humor.
- Nos ayuda a comunicarnos y transmitir emociones sin palabras.
- Ayuda a disminuir la sensación de soledad, dolor y tristeza.
- Equilibra el sistema nervioso cuando estamos alterados.
- Nos ayuda a superar momentos difíciles
Resulta imposible enumerar todos los beneficios que reporta un abrazo, ya que habría que detenerse en cada situación específica, observando el contexto, el motivo, las personas implicadas y la historia de cada una, pero podemos estar seguros de que un abrazo sincero brindado o recibido tiene un poder impresionante en todo ser humano.
Lo mejor es comprobar siendo partícipes de la experiencia de un abrazo sincero y emotivo, que no existe nada mejor. Por ello, ¡Abracemos, y dejémonos abrazar!
¡EL PODER DE LOS ABRAZOS SEGUIRÁ EXISTIENDO Y NI LA PANDEMIA NOS LO PODRÁ ROBAR!
PARA TODOS UN ABRAZO DE TODO CORAZÓN
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