Homenaje a una vida y obra dedicada al suelo tolimense
Roberto Mejía Caicedo fue sin duda uno de los mayores pioneros de la región tolimense; su labor incansable y su inventiva imparable lo hicieron merecedor de algunos de los mayores honores a los que puede aspirar un empresario y le granjeó la amistad y admiración de todos cuantos lo conocieron.
Nacido en Ibagué el 23 de abril de 1926, Roberto falleció a la avanzada edad de 89 años, dejando un claro trasegar por la vida que lo llevó a ocupar altos cargos públicos como el del Ministerio de Agricultura, Presidente y fundador de la Asociación para el Desarrollo del Tolima (ADT) y Presidente de Colpuertos, cargo que fue ofrecido a Mejía por el Presidente de Colombia de aquel entonces, Misael Pastrana Borrero.
Su interés y perseverancia en el campo de la agricultura y demás industrias, lo llevaron a convertirse en protagonista del Tolima en el siglo XX. Tras terminar sus estudios de Química en la Universidad Nacional, regresó a Ibagué y junto con algunos socios, fundó la Asociación para el Desarrollo del Tolima, de la cual fue el primer Presidente en la década de los años 60. Se desempeñó como Secretario de Gobierno, cargo que ejerció durante el mandato de dos diferentes gobernadores; fue Concejal de Ibagué, Director de los IX Juegos Deportivos Nacionales en 1970, Gerente del Banco Comercial Antioqueño, Gerente de la Corporación Financiera del Tolima y Gerente General de la Federación Nacional de Arroceros.
Fue también Presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia SAC, Miembro de la Junta Directiva de la Caja de Crédito Agrario, Ministro de Agricultura, miembro de la Junta Directiva del Banco Ganadero, Cofundador de la Universidad de Ibagué, Presidente de la Junta Directiva de la Corporación Colombia Internacional CCI y miembro fundador de la Junta Directiva de la empresa AIRES.
Una de las partes formativas más importantes de su carrera, se dio como miembro de la Junta Directiva de la Federación de Arroceros, institución de la cual fue Gerente durante 2 años finalizando en 1980, cuando decidió retirarse para atender asuntos personales. Su paso por este cargo hizo que tuviera la oportunidad de intimar en el aspecto gremial del país en esta área, conocimiento fundamental en su desempeño como Ministro de Agricultura, cartera para la cual fue nombrado durante el período presidencial de Belisario Betancur. Bajo su ministerio, se contrató con la ingeniería brasilera el plan de desarrollo para el triángulo del Tolima, una de las propuestas más revolucionarias de la historia.
Recibió condecoraciones por su labor cumplida en el sector agrícola del país, como la Cacique Calarcá y la Orden del Congreso de la República en grado de Comendador por su participación en la creación de la ADT; entregó su vida al sector empresarial y agrícola de la región y pensaba que todo era posible con esfuerzo y un poco de suerte. También recibiría más adelante la Orden al Mérito Arrocero en el año 2009, en la categoría de Gran Cruz, destacando su amplia trayectoria al servicio del sector agrícola. Fue galardonado también con el Premio Nacional de la Ganadería José Raimundo Sojo Zambrano a la excelencia ganadera en la categoría de empresas sostenibles, gracias a su labor en la Hacienda el Chaco con la implementación del silvopastoreo.
Mejía Caicedo fue de los pocos jóvenes que en aquella época vivieron para ver el nacimiento de Ibagué como ciudad; solía vivir en la carrera 3ª con calle 11 y era común verlo en la puerta de su casa parado, mirando absorto como se pavimentaban las primeras calles en forma rústica con una aparatosa aplanadora de vapor.
Roberto Mejía estuvo al frente de innovaciones en el campo de la agricultura tales como la implementación del silvopastoreo en su hacienda El Chaco, que le permitió subir el promedio de sostenibilidad ganadera y la preservación de especies nativas en una reserva forestal de más de 2 hectáreas en esta misma hacienda, lo cual le valió elogios por parte de muchos conocedores de la agricultura sostenible a nivel nacional y mundial. La trayectoria profesional de Roberto Mejía Caicedo es un ejemplo del trabajo pujante tolimense y del ingenio e inventiva de sus agricultores.
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