El camino a la tolerancia

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Por Editor Mundo Empresarial

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12.21.2017

Dra. Gladys González De Bothe, Psicóloga Clínica

La palabra Tolerancia proviene del latín tollerare, que significa soportar o aguantar. Tiene un significado negativo (soportar, no hay otra opción, hacerlo), pero se considera un valor y una virtud del ser humano.

Para definirla en ese contexto podemos decir que el respeto a la diversidad, esa actitud de aceptación de la diferencia y admitir en los demás su manera de ser, pensar u obrar diferente a la propia es lo que se ha llamado tolerancia, una virtud que siendo difícil de llevar a la práctica ha logrado unir esfuerzos en su búsqueda y en la búsqueda de la paz.

Tolerar no es simplemente tomar una actitud pacífica, neutral e indiferente, se trata de adoptar una posición activa frente a determinadas situaciones o hechos. Se podría confundir el ser tolerante con ser indiferente o permisivo, pero la tolerancia tiene sus límites, y estos son los que permiten que una sociedad mantenga el equilibrio. Por esta razón es importante identificar lo que puede o no tolerarse, pues no es benéfico en la sociedad tolerar la mentira, la tortura, la corrupción, la esclavitud o la violación de los derechos humanos, pero en cambio sí hace falta aceptar las creencias, el credo y las ideologías de los otros.

El camino a la tolerancia empieza y termina con EDUCACIÓN, ésta es una de las más efectivas herramientas en cuanto a la promoción de los valores se refiere. Comprometerse a educar para la tolerancia supone ser un ejemplo viviente de ésta, con hechos, no con palabras.

La tolerancia es necesaria entre los individuos, así como entre las familias, por eso hay que educar a la niñez, no solo desde el hogar sino también desde los centros educativos donde los menores pasan la mayor parte de su tiempo. La UNESCO ha destacado la importancia de que las instituciones educativas se comprometan con la educación de ciudadanos democráticos, críticos y tolerantes. Los niños hasta los tres años creen que el mundo es como ellos y las familias como las suyas; su perspectiva del mundo está enfocada en su experiencia propia, así que como vivan en su hogar y en su colegio depende en gran parte su comportamiento y las actitudes propias de su personalidad.

Se cosecha lo que se siembra, decían las abuelas. Si se siembra una semilla de maíz no hay posibilidad que se obtenga una mata de plátano. Tenemos que sembrar con esmero y cuidar la siembra para cosechar esos buenos frutos. Así que educar con el buen ejemplo desde la infancia, sobre la tolerancia y otros valores humanos promete mejor calidad de vida para las futuras generaciones.

La etapa en que los niños aprenden los valores sociales es desde el nacimiento hasta los cinco años; por eso es tan atinada la frase recientemente acuñada sobre las cosas que ocurren en la primera infancia “de Cero a Siempre”.

Los niños inicialmente actúan solo por imitación y sus padres son su modelo y su ejemplo a seguir;  a medida que crecen van adoptando sus propias conductas y prejuicios, sin embargo, los valores ya estarán “sembrados”. Es importante entonces, que desde pequeños se les permita, y además, se promueva en los niños el contacto con las diferencias; por ejemplo, a través del encuentro con personas de otras culturas, razas, credos, a quienes debe respetar por encima de todo. Los niños deben aprender no solo que hay personas distintas para él, sino también para quienes él es distinto y que hay diversas maneras de pensar, reaccionar y actuar, que no por ser diferentes a las suyas resultan erróneas. Lo realmente importante no es solo que los niños aprendan a respetar a sus semejantes, es fundamental que se logre la empatía, es decir, enseñarles a que sean capaces de ponerse en el lugar del otro y entiendan cómo piensan y sienten.

Es posible utilizar la educación para prevenir la violencia. Una educación con valores permite el desarrollo de personas capaces de mantener un diálogo desde la igualdad y el respeto, valorando las diferencias de opinión y pensamiento de las demás personas. La falta de tolerancia abre brechas  irreconciliables entre los individuos y las naciones, afecta la seguridad social, la paz y los derechos humanos. La Educación se convierte en una eficaz herramienta para que desde la primera infancia encontremos EL CAMINO A LA TOLERANCIA. 

En esta época de crisis social, política y económica, cuando los valores parecen estar eclipsados y las posiciones de los adultos de todas las latitudes están polarizadas, nos vendría muy bien LLEVAR A LA PRÁCTICA eso que tanto promulgamos teóricamente en discursos familiares y sociales: La Tolerancia.

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